Canción de otoño en primavera

Resumen:
La voz poética emprende un repaso autobiográfico de sus diferentes relaciones amorosas. Entre cada una de las evocaciones de los amores pasados se intercala un estribillo en el que se expresa la nostalgia por la juventud perdida, por algo que ha quedado irremediablemente atrás. Pese a los repetidos fracasos y a la constatación de que no ha podido encontrar a la mujer ideal, el poeta sigue buscando el amor, atraído por los voluptuosos placeres de la carne.

Métrica:
El poema presenta un total de 17 serventesios eneasílabos rematados por un eneasílabo suelto. Una estructura que sería perfectamente simétrica si no fuera por el último verso que rompe inesperadamente el orden temático y rítmico del conjunto. Sin este último verso, el poema se abriría y cerraría con el estribillo y contendría otros tres hasta un total de cinco. Entre estribillo y estribillo se intercalan tres estrofas y cada una de ellas relata una aventura amorosa.

Contexto:
La visión de la poesía que inaugura Bécquer y que se basa en la poética de lo inefable, se consolidaría en España a través de Rubén Darío y el surgimiento del movimiento modernista en España. Desde Bécquer, el poeta tendrá predilección por lo incorpóreo, lo impreciso, lo etéreo. Nada de lo que pertenece a la realidad cotidiana le interesará, por considerarlo excesivamente vulgar. El poeta se interesa siempre por una belleza extraña e inusitada, aquella que escapa a la razón. Lo que no se puede explicar, lo que altera la visión de la realidad (la noche, lo exótico, las drogas, la belleza inaudita) y transporta al poeta a una nueva percepción cobrarán una enorme importancia en el género lírico.

Comentario:
En el poema de Rubén Darío «Canción de Otoño en primavera» la voz poética emprende un repaso autobiográfico de sus diferentes relaciones amorosas. Entre cada una de las evocaciones de los amores pasados se intercala un estribillo o motivo en el que se expresa la nostalgia por la juventud perdida, por algo que ha quedado irremediablemente atrás. Vemos en el poema una lucha interna entre el deseo de vivir apasionadas relaciones efímeras y un anhelo mayor que el poeta sabe frustrado de antemano:

En vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar!

Pese a los repetidos fracasos y a la constatación de que no ha podido encontrar a la mujer ideal, el poeta dice acercarse aún a jóvenes mujeres:

Mas a pesar del tiempo terco,
mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris me acerco
a los rosales del jardín...

En un último verso paradójico, el poeta rompe con la dinámica melancólica del poema para exclamar, para reivindicar, la posesión de aquello que precisamente no puede poseerse:

¡Mas es mía el Alba de oro!

En este caso, por lo tanto, asistimos a la expresión de una emoción intensa de separación, de pérdida de la juventud (evidenciada en el envejecimiento del sujeto poético) que contrasta con la persistente inclinación a los rosales del jardín de sus presentes y futuras conquistas. Absurdo apego, en la medida en que, por su propia experiencia, sabe que el placer de la carne es por naturaleza efímero y está condenado a los efectos devastadores del tiempo. La vida cotidiana acaba con la pasión, sin embargo la pasión misma, el deseo que no se deposita en algo tangible es imperecedero.

Actividades: 
1. Describe a cada una de las mujeres que se enumeran en el poema.

2. Busca coincidencias y diferencias entre este poema y este otro de Bécquer.

3. ¿Qué es un serventesio eneasílabo? ¿Qué elementos ayudan a conferirle al poema una estructura simétrica?

4. Localiza y enumera los recursos retóricos que sirven para enfatizar el carácter contradictorio del sujeto poético.

1 comentario:

Montse dijo...

Muy interesante este blog, gracias por compartir tu trabajo